En la religión cristiana, el Espíritu Santo representa la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, justo después de Dios Padre y Dios Hijo. El conjunto de estas tres personas constituye Dios, Uno y Trino.
Según la doctrina cristiana, el Espíritu Santo ofrece a los hijos de Dios 7 dones muy especiales, interconectados entre ellos a la Gracia de Dios. No pueden residir en una persona que no vive en el estado de gracia. Quien posee la caridad y el amor, posee todos los 7 dones, necesarios para la Salvación.
Vamos a descubrir los siete dones del Espíritu Santo.
1. Sabiduría
La Sabiduría es el don que ayuda al hombre a distinguir el bien del mal, a conocer y amar Dios. Este don tiene Dios como origen y fin y, por lo tanto, puede nacer dentro de nosotros solo con su don. La Sabiduría es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Se trata de ver el mundo, las situaciones, las ocasiones y los problemas desde su punto de vista.
2. Entendimiento
El Entendimiento ayuda al hombre en no ser superficial y hace que llegue al corazón de las cosas. Nos ayuda a conocernos mejor, a relacionarnos con las personas que nos rodean y a enfrentarnos con las dificultades de la vida de todos los días. El Entendimiento es el don de la profundidad, del ser contra el aparecer, de la profundidad que ahoga a la superficialidad. Es un don estrechamente relacionado con la fe. Con el Espíritu Santo en nuestro corazón, somos capaces de crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y realizado y comprender aún más las enseñanzas de Jesús.
3. Consejo
El Consejo ayuda al hombre a descubrir el proyecto de amor que Dios tiene para él y nos ayuda a encontrar el camino correcto para realizarlo. El don del Consejo nos pone en condición de transmitir nuestras experiencias de fe y de acoger los consejos de los otros por lo que concierne las elecciones diarias frente a las cuales nos encontramos a lo largo de nuestra vida, con el soporte de la oración. Con este don, el Espíritu Santo nos hace sensible a su voz y orienta nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios.
4. Fortaleza
La Fortaleza es el don del coraje, de la constancia y de la tenacidad. Así como si fuese un entrenador, el Espíritu Santo nos prepara a enfrentarnos con la fatiga, a resistir a los ataques del mal y actuar con el bien para contrastarlo. Este importante don nos hace humildes y nos permite reconocer nuestras debilidades, así que podamos pedir ayuda al Espíritu Santo.
5. Ciencia
El don de la Ciencia se puede también expresar con el término “conocimiento”, que en la Biblia toma el significado de “querer”. Quien quiere entiende mejor, antes y más de quien no quiere. La Ciencia nos ayuda a querer y comprender no solo a una persona, sino Dios mismo. En la Biblia, el término “ciencia” indica la capacidad de conocer el mundo y reconocer Dios como Creador del mismo. Este don nos ayuda a admirar la grandeza y la belleza de Dios en cada cosa y querer cada creatura. Conocer significa querer y quien quiere tiene fe en Dios y acepta cualquier cosa, hasta lo que no se puede explicar.
6. Piedad
El don de la Piedad está estrechamente conectado con el término latín “pietas”, que representa el amor familiar entre hijos y padres. Nos ayuda a creer que Dios es el Padre que tanto nos quiere, que nos da fuerza, paz y alegría. Con la Piedad, los hombres confían completamente en la voluntad de Dios que, como un padre atento y cariñoso, cuida a sus propios hijos. Con la conciencia de la presencia de Dios Padre, los hombre confían totalmente en Dios y viven en tranquilidad. Este don indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo que nos mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles.
7. Temor de Dios
El Temor de Dios nos hace conscientes de su grandeza. Él es bueno, fuerte y poderoso y es a él que debemos respeto y obediencia. El Temor de Dios es respeto y estimación hacia Él, nos guía en nuestro actuar, nos recuerda que no somos padrones del bien y del mal y que no podemos hacer que sea justo algo que objetivamente no lo es. El único temor que podemos tener es ofender a Dio o perderle. Para vivir en gracia de Dios, tenemos que respetarle, ya que Él solo quiere nuestra Salvación y siempre perdona. Este don nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor. Nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Solo se trata del abandono en la bondad de nuestro Padre.