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The Little Way of St Thérèse of Lisieux

La Pequeña Vía de Santa Teresita de Lisieux

Si eres un católico con una fuerte fe cristiana, por supuesto habrás oído hablar de Santa Teresa de Lisieux, también conocida como Santa Teresita del Niño Jesús, una mística francesa que murió en 1897, con solo 24 años. Es muy conocida por muchas cosas, pero especialmente por su espiritualidad; la famosa “Pequeña Vía”, también conocida como "Pequeño Camino".
Descubrimos de qué se trata.

1. La Pequeña Vía a Primera Vista

Muy a menudo, los católicos interpretan la Pequeña Vía de Santa Teresita con actos de caridad pequeños, a escondida, y muy humildes, para los otros en el nombre de Jesús, sin expectarse nada en cambio. Siguiendo esta interpretación, deberíamos hacer cosas sencillas como sonreír a quien no nos guste para que Jesús sea feliz (Él quiere que nos queramos todos entre nosotros).
De todas formas, el verdadero significado del Pequeño Camino es mucho más profundo de esto.
La Pequeña Vía de Santa Teresita es como un camino hacia la santidad, basado en tres cosas fundamentales: pequeñez, anonimato y una particular motivación.

2. Pequeñez

Con Pequeñez, Santa Teresa de Lisieux se refiere a nuestra dimensión y pobreza frente a Dios Padre. Ya que somos conscientes de nuestra pequeñez frente a Dios, lo que podemos hacer para acercarnos hacia Él es hacer pequeños actos de caridad para los otros. No podemos pretender hacer cosas muy gordas, que puedan cambiar la historia del mundo, pero podemos hacer pequeños gestos que puedan aportar mejoras a nuestra dimensión, sembrando semillas de caridad para la humanidad. Haciendo eso, la gracia de Dios nos llena el alma y nos hace capaces de ayudar al prójimo.

3. Anonimato

Cuando hacemos algo por alguien, no es necesario que seamos recompensados por nuestros hechos. Nadie tiene que saber quién hizo un gesto de caridad. La Pequeña Vía de la Santa habla de gestos escondidos, anónimos, hechos en secreto. Según Santa Teresa, nuestros gestos de amor tienen que ser inadvertidos y anónimos. Solo con el anonimato la gracia de Dios nos impregna. Jesús no nos salvó a través de milagros sensacionales, sino a través de una obediencia desinteresada hacia Dios Padre y su martirio: en la misma manera, nuestros actos de amor y caridad pueden quedarse en anónimo, de manera que nuestras muertes y la sensación que dejamos después puedan llegar a ser nuestro real objetivo.

4. Motivación

En fin, somos invitados a actuar con pequeñez y anonimato por una particular motivación: para metafóricamente secar el rostro lleno de sufrimiento de Jesús Cristo. Santa Teresa de Lisieux tenía una particular motivación que la empujaba a hacer estupendos gestos de amor.
Según sus palabras:

“Un domingo, mirando una foto de Nuestro Señor en la Cruz,
Me llamó la atención toda aquella sangre que salía de sus manos divinas.
Sentí grandes pinchazos de dolor cuando pensé en aquella sangre que caía al suelo sin que hubiera nadie que pudiese recogerla.
Me había decidido a quedarme espiritualmente allí, al pie de la Cruz y recibir sus lágrimas…
Oh, no quiero que esta preciosa sangre vaya perdida.
Pasaré mi vida recogiéndola por el bien de las almas… vivir del amor es secarte la cara”.

Vivir la Pequeña Vía significa notar y honrar las lágrimas que caen del rostro de los otros.
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