Roma es a menudo llamada museo al aire libre, y seguramente no por falta de instituciones museísticas. Ven a descubrir las curiosidades sobre dos monumentos a cielo abierto que encontrarás cerca del Vaticano: el Castel Sant’Angelo y del Puente Sant’Angelo.
La Ciudad Eterna ofrece a cada paso obras de arte que cuentan incalculables historias al viandante. Uno de los lugares mejores para visitar cerca de la Ciudad del Vaticano es sin duda el Puente Sant’Angelo, que conecta el Castel Sant’Angelo con el centro de la ciudad.
La fundación del castillo se debe al emperador Adriano. Originalmente erigido cual mausoleo de la familia imperial en 134-5 d.C., se convirtió en la fortaleza para los pontífices solamente en la Edad Media.
Cuenta la leyenda que en 590, durante una procesión votiva encabezada por el papa Gregorio el Grande, apareció el arcángel san Miguel en el acto de envainar su espada, lo que simbolizaba la extinción de la epidemia de peste que en aquel entonces azotaba la ciudad de Roma. Para rendir homenaje a este suceso, hoy día encima al castillo sobresale la estatua del ángel con una espada, de ahí el nombre del monumento.
El puente Sant’Angelo también fue encargado por el mismo emperador. Antiguamente llamado Pons Aelius en honor a Adriano (Aelius fue su segundo nombre), se convirtió siglos más tarde en el recorrido habitual de los peregrinos directos al Vaticano. Por esta misma razón, en el siglo XVI, el Papa Clemente VII decidió decorarlo con estatuas de San Pedro y San Pablo, los dos Patronos de Roma. Más de un siglo después, en 1688, otras 10 estatuas, esta vez de ángeles, fueron levantadas encima de los parapetos, dos de ellas esculpidas por el legendario Gian Lorenzo Bernini. Años más tarde, Clemente IX quitó las obras de Bernini sustituéndolas con unas copias con el fin de incluir los originales en su colección privada. Actualmente, los dos Ángeles del artista italiano se pueden contemplar en la iglesia de Sant'Andrea Delle Fratte, en Roma.
En el siglo XV, Sixto IV, el fundador de la Biblioteca Vaticana, fue el primer Papa en almacenar los documentos de inestimable valor histórico-cultural en el Castel Sant’Angelo. Afortunadamente, sus sucesores siguieron sus pasos, salvando de la destrucción casi 8.500 documentos.
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