Junto con San Gerardo Majella, San Antonio de Padua y la Santísima Virgen María, Santa Ana es considerada la Santa Protectora de las embarazadas y de las madres. Esto porque fue no solo la madre de la Virgen María, sino también la abuela de Jesús Cristo. Celebrada el día 26 de julio, nadie mejor que ella sabe de qué va el amor materno. Es considerada la protectora de las abuelas, de las embarazadas, de las mujeres en general y de los partos seguros: gracias a su intercesión, muchas mujeres cristianas tuvieron sus bebés.
Si quieres que Santa Ana también interceda para tu embarazo, dedícale 9 días de oraciones con la Novena dedicada a ella que es la madre de todas las madres.
Pero antes de todo, acuérdate de esta información básica:
Fiesta de Santa Ana: 26 de julio
Novena: empieza el día 17 de julio
Protectora de: madres, mujeres, abuelas, embarazadas, partos seguros.
Lleva el amor materno de Santa Ana siempre contigo, con la medalla religiosa dedicada a ella.
Hazla aún más tuya con nuestro servicio de personalización: bajo tu petición, nuestro orfebre grabará tu nombre, o el nombre de una persona a la que quieres mucho, en la parte de atrás de la medalla.
Ofrenda Para Todos los Nueves Días
Gloriosa Santa Ana,
llena de compasión por los que te invocan con amor;
para los que sufren, cargados con el peso de sus tribulaciones,
me arrojo a tus pies y te ruego humildemente que tomes el presente asunto que te recomiendo bajo tu protección especial.
(Aquí pide el favor que deseas obtener).
Válgase a recomendarlo a su hija, la Virgen María,
y póngala ante el trono de Jesucristo, para que ella lleve mi pedido a una feliz resolución.
No cesaré de interceder hasta que mi petición sea concedida.
Sobre todo, obtén por mí la gracia de un día poder contemplarlo a mi Dios cara a cara,
y con Ti y con Santa María y todos los santos,
alabando y bendiciendo a Dios Todopoderoso por toda la eternidad.
Amén.
Ora un Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.
Primer Día
Grandiosa Santa Ana, graba indeleblemente en mi corazón y en mi mente las palabras que han reclamado y santificado tantos pecadores:
"¿Qué provecho le dará a un hombre ganarse el mundo entero si pierde su propia alma?"
Que esta sea la fruta principal de estos ejercicios piadosos
con los cuales he de procurar honrarte durante esta Novena.
A tus pies renuevo mi resolución a invocarte diariamente,
no solo para el éxito de mis asuntos temporales y para ser preservado de la enfermedad y el sufrimiento, sino que, más que nada, pueda ser preservado de todo pecado;
que pueda ganar la victoria sobre mis inclinaciones depravadas,
y que pueda tener éxito en obtener mi eterna salvación.
Oh mi poderosa Protectora, no dejes que pierda mi alma,
sino obtén para mí la gracia en ganar mi camino al Cielo,
ahí contigo, bienaventurada esposa y tu gloriosa hija,
para cantar las alabanzas de la Sacratísima y adorable Trinidad, por y para siempre.
Amén.
Ora un Padrenuestro, Ave María y Gloria al Padre
Medita por un momento y reza la oración final, a continuación.
Salve, llena de gracia, el Señor es contigo;
Bendita eres entre todas las mujeres,
y bendita es tu santa madre, Santa Ana,
de la cual procediste sin mancha de pecado,
y de ti nació Cristo Jesús, Hijo del Dios viviente;
Que vive y reina, Dios, con el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Segundo Día
Gloriosa Santa Ana,
¿cómo puedes estar tan desbordada de ternura hacia los pobres pecadores como yo,
puesto que eres la abuela de Aquel que derramó sangre por ellos,
y la madre de aquella a quien los santos llaman abogada de los pecadores?
A ti, por lo tanto, dirijo mis oraciones con confianza.
Vaya a encomendarme a Jesús ya María,
para que, a petición suya, me concedan la remisión de mis pecados,
la perseverancia, el amor de Dios, la caridad para toda la humanidad y
la gracia especial de la que estoy en necesidad en este tiempo presente.
¡Oh, mi poderosa protectora!
No permitas que pierda mi alma,
sino que obtenga que por los méritos de Jesucristo y
la intercesión de María tenga la felicidad de verlos,
de amarlos y alabarlos contigo por toda la eternidad.
Amén.
Tercer Día
Amados de Jesús, María y José, Madre de la Reina del Cielo,
tomadnos, y todos los que nos son queridos, bajo tu especial cuidado.
Obtén las virtudes que has infundido en el corazón de ella,
que estaba destinada a ser la Madre de Dios, y las gracias con las que has sido dotada.
¡Sublime modelo de feminidad cristiana!
Oremos para que podamos imitar su ejemplo en nuestros hogares y familias,
escuchar nuestras peticiones, y obtener nuestras peticiones,
Guardián de la infancia e infancia de la Santísima Virgen María;
obtén las gracias necesarias para todos los que entran en el estado matrimonial,
que imiten Tus virtudes y que puedan santificar sus hogares y
llevar las almas confiadas a su cuidado a la gloria eterna.
Amén.
Cuarto Día
Santo Glorioso, me arrodillo en confianza a tus pies porque también has probado
la amargura y el dolor de la vida.
Mis necesidades, la causa de mis lágrimas, son las siguientes: (Aquí menciona tu intención). Buena Santa Ana,
tú que sufriste mucho durante los veinte años que precedieron a tu gloriosa maternidad,
te suplico, por todos tus sufrimientos y humillaciones, que concedas mi oración.
Te ruego que, a través de tu amor por tu glorioso esposo,
por tu amor por tu inmaculada criatura, por la alegría que sentías en el momento de su feliz nacimiento, no me rechaces.
Bendecidme, bendice a mi familia y a todos los que me son queridos,
para que algún día todos podamos estar contigo en la gloria del cielo por toda la eternidad. Amén.
Quinto Día
Gran santa, qué tan lejos estoy de parecerme a ti,
tan fácilmente doy paso a la impaciencia y al desánimo; Y tan fácilmente renuncio la oración cuando Dios no concede inmediatamente mi petición.
Por eso soy tan miserable y tan pobre en virtud.
La oración es la llave de todos los tesoros celestiales y no puedo orar,
porque mi débil fe y mi lánguida confianza me fallan al menor retraso de la misericordia divina.
Oh mi poderosa Protectora, venid en mi ayuda, para que mi confianza y fervor,
apoyados por las promesas de Jesucristo,
se redoblen en proporción al juicio a que Dios en Su bondad me somete,
y que se prolongue, para que así pueda obtener, como tú,
más de lo que me puedo aventurar a preguntar.
En el futuro, recordaré que estoy hecho para el cielo y no para la tierra,
para la eternidad y no para el tiempo;
que, por consiguiente, debo pedir, sobre todo,
la salvación de mi alma que está asegurada a todos los que oran debidamente y que perseveran en la oración.
Amén.
Sexto Día
Gloriosa Santa Ana, madre de la augusta Madre de Dios,
te ruego que obtengas, por tu intercesión,
el perdón de mis pecados y la ayuda que necesito en mis angustias.
¿Qué es lo que no espero si me diste que me tomarás bajo tu protección?
El Altísimo se ha complacido en conceder las oraciones de los pecadores cada vez que has sido lo suficientemente caritativo como para ser su defensor.
Humildemente postrado a tus pies,
te ruego que me ayudes en todos los peligros espirituales y temporales;
para guiarme en el verdadero camino de la perfección Cristiana y, finalmente,
para obtener la gracia de terminar mi vida con la muerte de los justos,
para que pueda contemplar cara a cara a tu amado Jesús y a tu hija María
en tu amorosa compañía a lo largo de la eternidad.
Amén.
Séptimo Día
La buena Santa Ana, tan justamente llamada madre de los enfermos y la cura de los enfermos, mira con bondad a los enfermos por los que pido;
alíviale sus sufrimientos;
Haz que santifiquen sus sufrimientos con paciencia y completa sumisión a la voluntad divina;
que por fin se dignen en obtener salud para ellos y, con ella,
la firme resolución de honrar a Jesús, a María y a ti mismo por la fiel ejecución de los deberes.
No obstante, misericordiosa Santa Ana, te pido sobre todo la salvación del alma,
más que la salud corporal, pues estoy convencido de que esta vida efímera nos es dada únicamente para asegurar una mejor.
Ahora bien, no podemos obtener esa mejor vida sin la ayuda de las gracias de Dios;
por lo tanto les suplico fervientemente a los enfermos y a mí,
los méritos de Nuestro Señor Jesucristo,
por intercesión de Su Madre Inmaculada y por medio de su mediación eficaz y poderosa,
Oh gloriosa Santa Ana.
Amén.
Octavo Día
Recuerda, oh Santa Ana, tú cuyo nombre significa gracia y misericordia,
que nunca se sabía que cualquiera que huía a tu protección,
imploraba tu ayuda y buscaba tu intercesión, fue abandonado sin ser ayudado.
Inspirado por esta confianza, vuelo a ti, buena y amable madre;
me refugio a tus pies y, pecador como soy, me atrevo a aparecerme ante ti,
gimiendo bajo el peso de mis pecados.
Santa Madre de la Inmaculada Virgen María,
no desprecies mis peticiones, sino oigame y concede mi oración.
Amén.
Noveno Día
Santísima Madre de la Virgen María, gloriosa santa Ana, yo, miserable pecador,
confiado en tu bondad, te elige hoy como mi abogada especial.
Ofrezco y consagro mi persona y todos mis intereses a tu cuidado y maternal solicitud.
Quiero servirte y honrarte toda mi vida por el amor de tu hija santísima y hacer todo lo que esté a mi alcance para difundir devoción a ti.
Oh mi muy buena Madre y abogada,
digna aceptarme como tu siervo y adoptarme como tu hijo.
Oh gloriosa reina, te ruego, por la pasión de mi muy amado Jesús, el Hijo de María,
tu santísima hija, que me ayudes en todas las necesidades de mi cuerpo y de mi alma.
Venerable Madre, te ruego que me obtengas la gracia de llevar una vida perfectamente conforme en todas las cosas a la voluntad divina.
Pongo mi alma en tus manos y en las de tu buena hija;
te lo confío, sobre todo en el momento en que estará listo a separarse de mi cuerpo para que aparezca bajo tu patrocinio ante el Juez Supremo;
que Él pueda encontrarlo digno de gozar de Su presencia divina en tu santa compañía en cielo. Amén.
Ora un Padrenuestro, Ave María y Gloria al Padre.
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